La resiliencia energética empieza con anticipación, no con la reacción

Business Development Iberia Zone
Schneider Electric
La continuidad operativa de las empresas no puede depender solo de su capacidad de respuesta ante un incidente. Especialmente para aquellas organizaciones que operan en entornos críticos o altamente exigentes. La resiliencia energética debe concebirse como una capacidad estructural, integrada desde el diseño, mantenida en el tiempo y apoyada por tecnología avanzada.
Un solo fallo eléctrico en una empresa puede provocar un “efecto dominó” y derivar en una serie de consecuencias que afectan no solo a su operativa, sino también a su reputación y a su competitividad. Y, por supuesto, a sus costes: Según datos del Electrical Power Research Institute (EPRI), el coste de una interrupción puede oscilar aproximadamente entre los 10.000 y los 10 millones de euros por hora en todos los sectores. Y más allá de las cifras, está el riesgo de perder control sobre los sistemas en momentos clave.
Dicho de otra forma, la resiliencia debe empezar mucho antes del fallo eléctrico.
RESILIENCIA COMO INVERSIÓN ESTRATÉGICA
Afortunadamente, las herramientas para construir esa resiliencia existen. Pero su adopción implica un cambio de mentalidad: pasar de ver el mantenimiento y la gestión de activos como un coste operativo a entenderlo como una palanca de valor.
Los sistemas tradicionales de respaldo, como los generadores o los Sistemas de Alimentación Ininterrumpida (SAIs), ofrecen una primera barrera frente a incidentes eléctricos. Actúan en milisegundos para asegurar la continuidad de procesos críticos. Pero no pueden, por sí solos, garantizar una operación robusta.
Un SAI no compensa un cuadro eléctrico mal dimensionado. Un generador no detecta una sobrecarga latente. La verdadera continuidad se construye con una visión integral del sistema eléctrico: desde el cableado y los sensores hasta las plataformas de supervisión.
RESILIENCIA ES PREVENCIÓN, NO REACCIÓN
Una de las decisiones más estratégicas que puede tomar una empresa es transitar de un modelo reactivo a uno predictivo. No se trata solo de reparar después del fallo, sino de evitar que ese fallo llegue a ocurrir.
Hoy, la tecnología permite adoptar enfoques de proactive asset management que combinan sensorización, analítica avanzada, inteligencia artificial y plataformas conectadas. Esta convergencia permite monitorear el estado real de los activos eléctricos, identificar desviaciones sutiles y actuar con precisión antes de que aparezca el síntoma.

DEL DATO A LA VENTAJA OPERATIVA
Contar con datos no es suficiente. La clave está en convertir esos datos en decisiones que reduzcan riesgos, mejoren la eficiencia y extiendan la vida útil de los equipos.
Es posible saber cuándo un transformador empieza a degradarse, detectar puntos de sobrecalentamiento en un sistema de distribución o anticipar el fallo de una carga crítica. La digitalización de los equipos eléctricos permite monitorizar de manera continua 24/7 los parámetros críticos del sistema, y gracias a los modelos de IA aplicados en las plataformas digitales, podemos adelantarnos a los fallos, teniendo una verdadera continuidad de servicio, obteniendo una visión unificada de toda la infraestructura eléctrica.
El impacto de este enfoque es medible: menor coste operativo, menos mantenimientos correctivos, menor necesidad de reemplazos prematuros y reducción de residuos.
UN ENFOQUE BASADO EN UN SERVICIO DIGITAL, CONOCIMIENTO EXPERTO Y CIBERSEGURIDAD DESDE SU DISEÑO
Enfoques basados herramientas digitales y acceso a expertos son soluciones que no sustituyen la labor técnica interna, sino que la complementan y potencian, facilitando un soporte estructurado que incluye aspectos como la monitorización continua del estado de los activos mediante herramientas digitales; la detección temprana de posibles incidencias y soporte técnico remoto especializado para asegurar la continuidad de servicio.

Para que sean una solución resiliente las soluciones digitales deben garantizar una ciberseguridad de alto nivel que estén certificadas según el estándar IEC 62443-4-1. Todo el ciclo de desarrollo de la solución debe seguir un proceso seguro (SDLv2), auditado y certificado por TUV, y se realizan pruebas de penetración periódicas, además de cumplir con normativas como GDPR y NIST.
RESULTADOS CONCRETOS, IMPACTO DURADERO
Nestlé evitó 24 horas de inactividad al anticipar una anomalía crítica. BASF ha conseguido optimizar el ciclo de vida de sus activos eléctricos y Capgemini ha reducido un 29% su consumo energético en 70 instalaciones. Estos son solo algunos ejemplos de cómo la resiliencia se traduce en eficiencia, sostenibilidad y ventaja competitiva.
En todos estos proyectos, Schneider Electric ha actuado como socio estratégico. Con la base de datos más extensa sobre activos eléctricos, más de 6.000 expertos técnicos y 300 científicos de datos, desarrolla modelos predictivos que evolucionan constantemente. Ofrece soluciones que abarcan cada fase del ciclo de vida de los activos eléctricos: desde el diseño y la planificación hasta la modernización o sustitución responsable. Todo ello con un enfoque centrado en la continuidad del negocio, la eficiencia energética y el compromiso con la sostenibilidad.
En un contexto donde la fiabilidad energética es inseparable de la continuidad operativa, construir resiliencia no es solo una decisión técnica: es una decisión de negocio. Y no se logra con soluciones aisladas ni reacciones tardías, sino con una infraestructura conectada, gestionada con inteligencia y diseñada para responder con eficacia ante cualquier escenario.